Asambleas ciudadanas: una alternativa para la participación democrática en Colombia

El reciente hundimiento en el Senado del proyecto que buscaba someter a votación la consulta popular propuesta por el presidente Petro ha reavivado la tensión entre gobierno y oposición. Como respuesta, el mandatario ha convocado a la ciudadanía a «dirimir» estas diferencias en las calles mediante asambleas y cabildos populares. Esta iniciativa, aunque busca fortalecer la participación ciudadana, genera importantes interrogantes sobre su implementación y consecuencias.

Los riesgos de la convocatoria tradicional

La convocatoria a las calles despierta al menos tres preocupaciones legítimas. Primero, existe el riesgo de que estas asambleas se conviertan en espacios exclusivos para simpatizantes del Pacto Histórico, excluyendo a sectores independientes o a quienes no priorizan la participación política activa. Esta selectividad limitaría la representatividad y legitimidad de cualquier conclusión derivada de estos espacios.

Segundo, en un país históricamente polarizado como Colombia, estos mecanismos podrían profundizar las divisiones y fomentar radicalismos proclives a la violencia. Nuestra historia nos ha enseñado cómo estos escenarios pueden transformarse en caldos de cultivo para persecuciones, señalamientos y riesgos para la integridad de muchos ciudadanos.

Tercero, el tratamiento mediático de estas iniciativas frecuentemente no se centra en informar objetivamente, sino en generar reacciones adversas contra la participación ciudadana, privilegiando narrativas que desacreditan tanto las acciones como sus propósitos, sin profundizar en argumentos o consideraciones éticas.

Las asambleas ciudadanas: una alternativa viable

Frente a este panorama, resulta fundamental explorar nuevos métodos de participación ciudadana que trasciendan las limitaciones de los modelos tradicionales. La experiencia internacional de países como Irlanda, Francia o Estados Unidos en la implementación de asambleas ciudadanas ofrece lecciones valiosas para Colombia.

Estas asambleas se caracterizan por su composición representativa y aleatoria, garantizando la participación de diversos sectores sociales y no solo de los más politizados. Su metodología estructurada permite un diálogo informado y deliberativo, donde los participantes reciben información técnica de calidad antes de deliberar, alejándose de posturas meramente reactivas o ideológicas.

La experiencia internacional ha demostrado que las asambleas ciudadanas pueden abordar temas complejos y divisivos, como ocurrió en Irlanda con el matrimonio igualitario y el aborto, generando consensos amplios que trascienden las polarizaciones partidistas.

Hacia un nuevo modelo de participación

Implementar asambleas ciudadanas metodológicamente rigurosas en Colombia podría atender las tres preocupaciones mencionadas: ampliaría la masa crítica participativa incluyendo voces diversas y no solo militantes; fomentaría conclusiones basadas en argumentos y evidencia, no en reacciones emocionales; y construiría un modelo de participación ciudadana que contribuya efectivamente a las transformaciones que el país necesita.

El verdadero cambio no radica simplemente en convocar a las calles, sino en innovar en los mecanismos de participación democrática. Las asambleas ciudadanas representan una oportunidad para que Colombia avance hacia una democracia más deliberativa, inclusiva y capaz de procesar constructivamente sus diferencias.

La participación ciudadana es esencial para cualquier democracia, pero su efectividad depende de los métodos empleados. Es momento de aprender de experiencias exitosas y adaptar estos modelos a nuestra realidad, para construir espacios donde el diálogo informado y la deliberación reemplacen a la confrontación y la polarización.

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